Viernes 17 de Mayo de 2024 - hs - Corrientes, Argentina.

INTERNACIONAL

El Papa Francisco bendijo una imagen de la Virgen de Itatí

El pasado miércoles 7 de diciembre, los fieles de la parroquia “Santa María Assunta” de Pontecurone, llevaron a Roma la imagen de Nuestra Señora de Itatí que le obsequiaron a Don Orione durante su visita al pueblo de la Virgen en Corrientes.

foto: El Papa Francisco bendijo una imagen de la Virgen de Itatí

El P. Loris Giacomelli, sacerdote orionita y párroco del pueblo natal de Don Orione, así se refería al encuentro con Francisco con la imagen: “Fue un momento hermoso. El Papa estaba muy feliz, la tocó y la bendijo, le expliqué que Don Orione lo había traído a Italia en el '37 cuando regresó de Argentina, me miró y me sonrió; y rezó frente a la Virgencita”.

El santo de la caridad visitó Itatí en 1937. Allí experimentó la fe de los promeseros y se dejó cautivar por la tierna mirada de María. En esos días recibió un regalo muy preciado: una imagen de la Virgen que llevó a Italia como testimonio de su amor.

Desde el mismo momento en que el Nuncio Apostólico Mons. Filippo Cortesi le ofreció hacerse cargo del Santuario de Itatí, en octubre de 1934, Don Orione tuvo el deseo de ir. La gran cantidad de compromisos y actividades fueron posponiendo su visita. Finalmente, casi tres años después, su anhelo se cumplió.

El 27 de junio de 1937 Don Orione llegaba a la casa de María. En una larga misiva escribía a sus religiosos: “Esta mañana he tenido el consuelo de decir la misa a los pies de Nuestra Señora de Itatí: los he recordado a todos y los he recordado tanto, también en las visitas sucesivas que, durante la jornada, he podido hacer a la Ssma. Virgen. Y especialmente he rezado por ustedes (...) Llegué a Itatí después de tres horas de auto: ha sido una carrera velocísima, toda a los saltos, por las calles con fosas y montículos, tanto que para no ser destrozado con mi dolor de riñones, todo el tiempo tuve que mantener rectos, firmes y rígidos los brazos sobre el asiento, para poder salvarme, en una maniobra continua de altos y bajos: me parecía ir sobre las montañas rusas. Finalmente apareció el Santuario de Itatí, y ¡fue un gran alivio! El cansancio y el dolor en los riñones se fueron, todo desapareció. Cuando entré, la antigua iglesia estaba llena de pueblo devoto; me arrodillé en el fondo, en el rincón del publicano y sentí toda la felicidad de encontrarme en la Casa de la Virgen”.

Durante su estadía, de sólo tres días, Don Orione se encontró con sus religiosos, compartió con los parroquianos, visitó el santuario y escribió algunos de sus textos marianos más hermosos. Fueron jornadas de fraternidad, peregrinación y devoción a María.

Un regalo muy especial

Apenas llegó, su presencia fue muy sentida y apreciada por todos. Por ello, como muestra de cariño, la comunidad religiosa y las instituciones parroquiales le obsequiaron una imagen de la Virgen. El P. Esteban Bajac, sacerdote e historiador, escribía: “Luis Orione, que visitó a nuestra Reina, y llevó a Italia una preciosa estatua copia de nuestra Virgen de Itatí, para colocarla en una de los altares del santuario de Tortona...”.

El boletín "El Mensajero de N. S. de Itatí", por su parte, también informó sobre el obsequio: “Efectuose el homenaje después de la reserva del Santísimo, en el atrio del templo, consistiendo él en el obsequio de una preciosísima imagen de la Virgen de Itatí en nombre del pueblo, pidiéndole en un oportuno y bien hilvanado discurso el joven David Romero Gárate que la colocara en el célebre santuario de Nuestra Señora de la Guardia de Tortona (...)

Refiriéndose el orador al pedido del pueblo, afirmó que sí, que él mismo colocaría la imagen de la Virgen de Itatí en una de los más bonitos altares del santuario de Tortona, destacándola en un fondo blanco y azul, colores de la bandera de la nobilísima nación argentina a la que con predilección amaba. Basta esta promesa para que la visita de Don Orione se recuerde en Itatí como un hecho de trascendencia histórica”.

La imagen de la Virgen en Italia

En agosto de ese mismo año, Don Orione regresaba a Italia con la promesa de volver “vivo o muerto a la Argentina”. Además de un cuantioso número de experiencias, afectos y sueños de caridad; llevó consigo un escudo del 32° Congreso Eucarístico Internacional, una imagen de la Virgen de Itatí y otra de Luján.

El Santo había prometido llevar la imagen al santuario que había levantado en Tortona, pero hubo un cambio de planes: iría a Pontecurone, su tierra natal.

De un modo misterioso, la fe de Corrientes había calado tan hondo en su corazón que la Purísima de Itatí iría a posarse en el pueblo que lo había visto nacer. Hasta que esto se realizara, decidió conservar la estatua en su cuarto para tener bien cerca a su Madre, como todo hijo amoroso desea.

No sabemos qué ocurrió, pero la imagen permaneció en Tortona. Veinticinco años después, exactamente del 3 de junio de 1962, el P. Carlos Pensa, Superior General de los Hijos de la Divina Providencia, donó la estatuilla a Pontecurone, cumpliendo la voluntad de Don Orione a poco más de veinte años su partida al Cielo.

La imagen fue solemnemente entronizada en el patio del Oratorio de la iglesia de Santa María, en presencia de los jóvenes del equipo de futbol G.S. Aurora; y la juventud de Pontecurone se consagró a la Virgen.

Con los años, el Oratorio se cerró y la estatua fue olvidada. Este año, la Asociación Cultural “Il paese di Don Orione ONLUS”, con la autorización del párroco y la generosa ayuda de un benefactor, decidió restaurar la imagen y nuevamente entronizarla.

El amor de Don Orione por María de Itatí

La presencia de la imagen de la Virgen en Pontecurone nos habla del amor del Fundador por María de Itatí y su gente. La visita de Don Orione al “Pueblo de la Virgen” fue breve, pero muy rica e intensa. La religiosidad simple, espontánea y profunda de los promeseros tocó sus fibras más íntimas e hizo suyos esos mismos sentimientos. Como tantos peregrinos, encontró paz, alegría y consuelo bajo la mirada de la Virgen.

Esa experiencia quedó tan profundamente grabada en su corazón que la imagen fue, más que el recuerdo de un viaje, un modo de llevarse algo de la fe de esa región de Argentina a su Pontecurone natal.


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