La carta, de 13 páginas, no tiene fecha, pero se supone que fue escrita alrededor de 1890, año en que Wilde se estaba convirtiendo en uno de los dramaturgos más populares de Londres.

La carta es una respuesta al señor Morgan, un aspirante a escritor que le preguntaba cómo conseguir éxito. Wilde le dice que no confíe en ganarse la vida escribiendo y agregó: "El mejor trabajo en literatura es siempre realizado por aquellos que no dependen de ello para su sustento diario y la forma más alta de la literatura, la poesía, no trae riqueza al cantante".

"Sacrifícate por tu arte y serás recompensado, pero pídele al arte que se sacrifique por ti y sufrirás una amarga decepción", recomendó el célebre autor, que murió en París en 1900.

Por otra parte, el borrador con membrete del Hotel Florence fue escrito por Wilde para su amante, Lord Alfred Douglas, apenas después de conocerse en 1891, relación por la cual el escritor terminó encarcelado por "ultraje contra la moral".

Ambos documentos, afirma The Telegraph, eran propiedad del dueño de una cervecería victoriana que coleccionaba cartas autografiadas y manuscritos. Luego de pasar por dos generaciones fueron encontrados por expertos que limpiaron la finca después de su muerte en noviembre pasado.

Mike Heseltine, especialista en manuscritos de la casa de subastas Bloomsbury de Londres, se entusiasmó: "La carta es desconocida hasta la fecha y es totalmente fascinante, mientras que el primer borrador de uno de sus poemas más importantes, es igualmente emocionante".

Y agregó sobre el destinatario de la carta: "es difícil saber si Wilde lo conocía, pero escribió 13 páginas y fue muy directo y honesto en sus consejos. El quid de la cuestión fue decirle al señor Morgan que escriba por todos los medios, pero que se asegure tener otro trabajo para no depender del dinero".



El nuevo remordimiento
Oscar Wilde

El pecado era mío; yo no lo entendía,
Ahora en su cueva yace la melodía,
A salvo donde en vano agita la marea
Los inquietos y escasos remolinos.
Y en el hueco marchito de esta tierra
El verano ha cavado tan profundo su tumba,
Que apenas los sauces plomizos pueden desear
Un dorado capullo en manos del invierno.

¿Pero quién es aquel que viene por la costa?
(No, Amor, mira hacia allí y maravíllate)
¿Quién es este que llega con prendas teñidas del sur?
Es tu nuevo Señor, y él habrá de besar
Las encadenadas rosas de tus labios;
Yo te adoraré en mi llanto, como lo hice antes.