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El Mundo

Jueves, 19 de Abril de 2018
EL BAUTISMO DESPIERTA EN NOSOTROS LA VOCACIÓN A VIVIR COMO CRISTIANOS
“Dios nos llama por nuestro nombre, nos ama personalmente. El bautismo despierta en nosotros la vocación a vivir como cristianos, lo que implica una respuesta personal por nuestra parte. Pero no termina ahí: a lo largo de los años, Dios sigue llamándonos por nuestro nombre, para que cada día nos parezcamos más a su Hijo Jesús”, explicó el papa Francisco esta mañana, durante la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro, en la que continuó con su catequesis sobre el Bautismo.
El papa Francisco continuó este miércoles 18 de abril, durante la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro, su ciclo de catequesis sobre el Bautismo, iniciado la semana anterior. En esta ocasión el Santo Padre reflexionó sobre el “signo de la fe cristiana”.

“Los gestos y las palabras de la liturgia bautismal nos ayudan a comprender el don que se recibe en este sacramento y a renovar el compromiso de corresponder mejor a esta gracia”, dijo Francisco.

El Papa recordó que el rito del Bautismo se inicia con la pregunta del nombre del candidato, “porque el nombre indica la identidad de una persona”. “Dios llama a cada uno por el nombre, amándonos individualmente, en la concreción de nuestra historia”.

“El Bautismo –prosiguió– enciende la vocación personal a vivir como cristianos, que se desarrollará en toda la vida. Implica una respuesta personal y no remunerada, con un ‘copia y pega’. La vida cristiana, en efecto, está entretejida de una serie de llamadas y de respuestas”.

Francisco señaló que “los padres piensan en el nombre que dar al hijo ya desde antes de que nazca: también esto forma parte de la espera de un hijo que, en nombre propio, tendrá su identidad original, también para la vida cristiana unida a Dios”.

El Papa recordó que “la fe no se puede comprar, pero sí pedir”. “En suscitar y despertar la fe sincera en respuesta al Evangelio tienden la formación de los catecúmenos y la preparación de los padres, como la escucha de la Palabra de Dios en la misma celebración del Bautismo”.

“Si los catecúmenos adultos manifiestan en primera persona lo que desean recibir como don de la Iglesia, los niños son presentados por los padres y con los padrinos”.

“El diálogo con ellos permite expresar la voluntad de que los pequeños reciban el Bautismo y a la Iglesia la intención de celebrarlo”, explicó.

Volverse cristianos, afirmó seguidamente el Papa, “es un don que viene de lo alto”. “La fe no se puede comprar” pero se puede pedir y recibir como un don. La formación de los catecúmenos y la preparación de los padres, tienden a despertar esa fe.

En este sentido, señaló Francisco que “regresar a la fuente de la vida cristiana nos lleva a comprender mejor el don recibido en el día de nuestro Bautismo y a renovar el empeño de corresponder en las condiciones en las que hoy nos encontramos”.

“La aspersión con el agua bendita, que se puede dar el domingo al inicio de la Misa como también en la renovación de las promesas bautismales durante la vigilia pascual”, se puede también hacer en casa como en la Iglesia, basta con “conservar en un vaso de agua un poco de agua bendita” y “así, cada vez que entramos o salimos, haciendo el signo de la cruz con el agua recordamos que estamos bautizados”.

“A continuación, los catecúmenos adultos manifiestan su deseo de ser recibidos en la Iglesia, mientras que los niños son presentados por sus padres y padrinos, que piden para ellos el don del bautismo. El celebrante y los padres hacen después el signo de la cruz sobre la frente del niño, expresando así que está a punto de pertenecer a Cristo, que nos ha redimido con la cruz. Toda nuestra vida, palabras, pensamientos y obras, están bajo el signo de la cruz, es decir, del amor de Cristo hasta el extremo”.

“La cruz es el signo distintivo que manifiesta quien soy: nuestro hablar, pensar, mirar, obrar está bajo el signo de la cruz, es decir, del amor de Jesús hasta el fin”, dijo al rememorar cómo los niños son signados con la cruz en la frente, en la boca y en el pecho”.

Al respecto el pontífice agregó: “Pero me gustaría volver a un tema del que les hablé”. “¿Nuestros hijos saben cómo hacer bien la señal de la cruz?” “Enseñen a los niños a hacerse bien la señal de la cruz. Si lo aprenden de niños, lo harán bien más tarde, cuando crezcan”.

Los cristianos se convierten en la medida en que la cruz se imprime en nosotros como una marca de “Pascua”, haciendo visible, incluso exteriormente, la manera cristiana de enfrentar la vida. Hacer la señal de la cruz cuando nos despertamos, antes de las comidas, antes de un peligro, para defendernos del mal, la noche antes del sueño significa decirnos a nosotros mismos y a los demás a quién pertenecemos, quiénes queremos ser. Por eso es tan importante enseñar a los niños a hacer la señal de la cruz”, concluyó.