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Economía

Sábado, 20 de Mayo de 2017
LAS MANGAS INFLABLES SE VENDEN DESDE $ 25.000
La salida a la cancha de los equipos del fútbol argentino se ha convertido en un verdadero show en los últimos años, y una de las principales protagonistas de esto son las mangas inflables. Defensa y Justicia con su halcón o Gimnasia de La Plata con el lobo han sido algunos de los que decidieron personalizar el túnel por el que ingresan los jugadores al campo de juego, para ligarlo así con la identidad del equipo.

Air Jump es el principal proveedor de los clubes locales y la Selección, y aunque los precios de las mangas comienzan desde $ 25.000 y se extienden hasta $ 150.000, les proveen a los clubes un negocio millonario como espacio publicitario. Germán Sosa es dueño de Air Jump y trabaja junto a su papá, Oscar, en el negocio que logró hacer llegar su producto a las ligas de Suecia y Noruega. Reconoce que “si bien representa solo un 20 por ciento de nuestro negocio, el fútbol nos dio popularidad y reconocimiento”.

Los comienzos fueron a pulmón allá por 2005. Convencer a los poderosos clubes de Primera División de usar su modelo registrado de manga inflable era una tarea quijotesca porque la mayoría ya utilizaban el modelo cilíndrico antiguo. “A partir de clubes chicos que confiaron en nosotros nos fuimos abriendo camino”, recuerda Sosa y agrega que, en las primeras ocasiones, tuvieron que subsidiar hasta el 70 por ciento del costo.

Unas pruebas en Flandria y Huracán de Comodoro Rivadavia comenzaron a darle mayor visibilidad al producto hasta que lograron jugar en Primera cuando Independiente utilizó una de sus mangas. La necesidad y la urgencia terminaron generando un negocio fructífero para la empresa con base en Wilde. Un espacio entre la platea del estadio Libertadores de América y la entrada al túnel generaba un hueco por el que los jugadores deambulaban desprotegidos. Sosa decidió crear una pre manga para se mantuviera inflada durante todo el partido y la adornaron con los cuernos del diablo para hacerla más vistosa. “Ahí nació el tema de las mangas personalizadas, eso transformó la ecuación. Antes solo servía para proteger a los jugadores, pero pasó a ser parte de un show y ahora se espera que también sean lindas”, afirma el ingeniero civil recibido en la UBA. Esos modelos tan llamativos, como el tiburón de Aldosivi, muchas veces surgen de alguna agrupación que decide comprar la manga y le acerca algún diseño a la empresa para que lo traigan a la realidad.

Además de un deporte querido por millones de personas en el mundo, el fútbol también es un gran negocio y cada vez son más las empresas que deciden invertir para imprimir su nombre en la televisación de los partidos. Las mangas no se quedaron afuera y los clubes aprovechan para generar más ingresos en el club vendiendo ese espacio al mejor postor. “Muchos clubes, por temas financieros, delegan en los sponsors la compra de la manga, sin embargo, han tenido problemas de empresas que se llevan la manga cuando dejan de sponsorear al club”, comenta. Air Jump vende alrededor de 20 mangas al año e ideó un sistema de abrojos para poder cambiar las publicidades que se ubican sobre la lona en lugar de tener que diseñar e imprimir una nueva. Los precios de cada manga varían según su tamaño y el diseño: las más angostas de categorías infantiles rondan los $ 25.000, mientras que el valor de una de Primera División oscila los $ 50.000. Por su parte, los clubes que deseen personalizar el producto deberán desembolsar entre $ 120.000 y $ 150.000 o más. Sosa pronostica que el futuro de este negocio irá hacia la impresión de la cara interna de las mangas para “aprovechar cada espacio y hacerla rendir más”

El otro clásico

Corrían 22 minutos del segundo tiempo del Superclásico. River y Boca empataban 1 a 1 cuando el árbitro Germán Delfino decidió echar a Ramón Díaz. El riojano abandonó el campo de juego respondiendo socarronamente a la hinchada xeneize que lo provocaba cantándole sobre el descenso de su club.

En la tribuna, escondido entre un mar de hinchas, se encontraba un cazatalentos europeo. Había ido a buscar futuras estrellas pero no quedó fascinado con el talento de ninguno de los jugadores sino con la manga inflable por la que el director técnico millonario se escabulló a los vestuarios. Ese fue el puntapié inicial con el que  Air Jump terminó desembarcando en Suecia y Noruega, allí Sosa visitó 17 estadios en 5 días y le vendió su producto directamente a la federación de aquellos países. El IF Elfsborg es uno de los clubes suecos pioneros en utilizar la marca registrada de los Sosa y tiene entre sus filas a Anders Svensson, tristemente célebre en nuestro país por haber convertido el gol de tiro libre que eliminó las posibilidades de clasificación de nuestra Selección en el mundial Corea-Japón 2002. La llegada al Viejo Continente se dio antes que en Sudamérica donde Sosa señala que “están más interesados en mangas personalizadas”, aunque revela que actualmente se encuentran conversando para desarrollar proyectos en Paraguay, Uruguay y Colombia.

Germán aprendió el oficio de su papá, quien decidió independizarse en los '80 después de varios años trabajando en una fábrica que hacia lonas para camiones. “Cacho”, como conocen a su progenitor, creó la semilla de lo que hoy es Air Jump y en la actualidad todavía se encarga de la coordinación de producción en la empresa. Y aunque es hincha de Independiente casi por mandato familiar -sus padres se conocieron en el club- Germán reconoce que no es muy futbolero y que suele declinar la mayoría de las invitaciones a la cancha que le hacen algunos dirigentes deportivos.

Cuando en los '90 aparecieron las empresas que hacían juegos inflables más baratos, los Sosa aprendieron que la próxima vez que tuvieran un buen producto lo iban a patentar y así lo hicieron con la manga inflable. “Durante la Copa América 2011 se utilizaron mangas que eran una copia de la nuestra, pero de menor calidad. Nosotros intimamos a la AFA y a partir de ahí empezaron a comprar nuestro producto”, rememora Sosa. Al mismo tiempo, analiza que quizás ese entredicho los alejó de la posibilidad de hacer algún negocio a mayor escala en conjunto con la casa madre del fútbol argentino.

“El episodio del gas pimienta para nosotros fue una demostración de que la manga no podía romperse y eso que intentaron quemarla y cortarla”, explica Sosa sobre el incidente durante el entretiempo del Superclásico por Copa Libertadores. Aunque desecha las teorías que rondaron los medios durante esa semana diciendo que la manga había resultado “una trampa mortal” para los jugadores de River, el dueño de Air Jump reconoce que si se hubiera utilizado el túnel de Boca en lugar del genérico para torneos continentales, quizás ese triste episodio se hubiera evitado. “Son cuestiones que requieren una revisión de seguridad de ahí en más, pero nada más”, detalla y relata orgulloso que la infame manga ni siquiera volvió a la fábrica para repararse sino que pasó las evaluaciones judiciales y volvió a "trabajar".

Mientras tanto, el 60 por ciento del negocio de la compañía está en las cubiertas de natatorio de las cuales venden cinco por año, no obstante, estos ingresos equivalen a 15 mangas. Uno de los principales retos que se les presentó a la compañía, según Sosa, fue evitar que en el interior del país copien su producto patentado. “Hay muchas pequeñas loneras de barrio que creen que se están quedando afuera del negocio y tratan de reinterpretar nuestra manga”, detalla Sosa que apuesta por el crecimiento de la compañía a través de la innovación tecnológica y no del desarrollo de diseños llamativos.